Fundacion RenaSer

viernes, 27 de mayo de 2016

Reparación en el abuso sexual.
Es importante desarrollar la capacidad de sustraerse de la influencia de los malos tratos dolorosos, de modo de no proyectarlos hacia todos los aspectos de la vida. Esto parece obvio, pero los niños maltratados creen que merecen lo que les ha ocurrido y es fundamental lograr que reconozcan al maltrato como un evento que ocurrió porque alguien abusó de él o de ella, utilizando su condición de adulto y su poder. Asumir que no es merecedor ni culpable, que de ninguna manera es responsable de lo ocurrido y que, por lo tanto, esto no puede continuar ocurriendo.
En el proceso de reparación se sistematizan tres etapas. En la primera, la persona logra reconocerse como una víctima y valida su sufrimiento, pero tiene que salir de esta etapa, porque si queda como víctima, va a seguir sufriendo y resulta ser muy vulnerable; en la segunda etapa debe reconocerse como un sobreviviente que ha sido dañado, pero tiene recursos para seguir; y, finalmente, en la tercera etapa llega a sentir que tiene control sobre su vida y que puede hacerse cargo de esto que le ha ocurrido; de a poco va volviendo atrás, haciendo reminiscencias, hasta que logra diferenciarse del abusador.
Ante una situación de abuso siempre se piensa en derivar el caso a un especialista, pero quien recibe la revelación por primera vez debe hacerse cargo del seguimiento, porque por alguna razón le fue develada a esta persona, y no a otra. Sin embargo, lo más importante es que en situaciones de maltrato el niño debe ser visto en su globalidad, no sólo como un sujeto maltratado, sino como una persona que va al colegio y que tiene amigos, hermanos, intereses, gustos y necesidades particulares. Cuando un niño revela a alguien que ha sido víctima de maltrato, le está entregando un certificado de credibilidad, una prueba de que es valioso para él, de modo que esa persona debe apoyarlo y acompañarlo, aunque lo derive a un centro de mayor complejidad.

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