Fundacion RenaSer

viernes, 6 de mayo de 2016

Cuando el abusador es un familiar, como el padre y, posteriormente, se comporta de una manera correcta, se produce un dolor insondable. Una pena crónica. Brota un odio silencioso e imposible de verbalizar, es el rencor recurrente. El miedo a no ser capaz de amar y/o entregarse. Emana el horror, la vergüenza, la necesidad de olvidar, de borrar, de superar un asco interno. La vívida percepción de que se ha sido lesionado, sin solución, se hace permanente, se aprecia que la confianza en el ser humano ha sido quebrada. Se siente que se es víctima de por vida, sin poder verbalizar la causa ante los demás, excepto que se produzca en un proceso psicoterapéutico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario