Fundacion RenaSer

jueves, 14 de abril de 2016

PARA PREVENIR EL ABUSO SEXUAL INFANTIL..
ES NECESARIA LA EDUCACIÓN EN LA SEXUALIDAD A LOS NIÑOS Y TRABAJAR COMO PADRES EN NUESTROS PROPIOS TABÚS SOBRE EL TEMA.
El niño debe tocarse si lo desea. No ocurre nada malo, debemos desterrar nuestros fantasmas personales en ese aspecto. De hecho entre los 2-3 años el niño comienza a hacer esto, cambiando la fuente de placer del pecho de la madre, produciéndose un destete natural, el fin de la fase egocéntrica, la base del comienzo de las relaciones sociales con sus iguales (otros niños) y de la posterior curiosidad epistemológica que se verá en plenitud a partir de los 7 años de edad.
Se trata de experimentación y curiosidad sana, tanto en sí mismos como con otros niños, aunque hay que dejarles claro que siempre debe ser con niños de su edad y cuando todos quieran hacerlo sin obligar a nadie. Los que erotizamos estas situaciones tan inocentes y sanas somos los adultos.
Cuando habla de no frenar esta curiosidad no sólo se habla de lo que los adultos perciben como reproches, sino de lo que perciben los niños. Frases como “se te va a caer de tocártelo”, “te vas a quedar ciego”, “te vas a hacer un nudo ahí”, “mira que guarro/a” o similares, aunque dichas por el adulto a modo de broma y sin mala intención son percibidas por el niño como reproche y son dañinas.
En el caso de las niñas esta censura se recrudece debido de nuevo a la influencia cultural patriarcal en la que el hombre es visto como “macho” y la mujer como sucia si se toca los genitales. Niños y niñas tienen el mismo derecho a ser respetados en su sexualidad. En cuanto a la diferenciación anatómica de nuevo la cultura suele calificar al niño como el que tiene pene y a la niña como la que no lo tiene. Es importante que las niñas sepan que ellas tienen sus propios genitales, igual que los niños, diferentes pero existentes e igual de válidos. Además en el caso de las niñas debemos incluir la perspectiva de género, Las mujeres somos machacadas desde niñas, nos hacen creer que estamos aquí para agradar, que somos meros objetos, complementos del hombre. Es esencial que, pese a que la sociedad rema en este sentido (hasta en las cosas más normalizadas, como los anuncios publicitarios, los juguetes divididos por sexo, la menstruación vista como algo sucio, el maquillaje, etc), los padres no fomentemos esta concepción. Hombres y mujeres tienen diferencias biológicas innegables, pero referentes a temas como la capacidad de gestar y parir, no a otros aspectos que son puramente culturales.

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